OPINIÓN Pasados y perspectivas
Madera: sus atractivos, su gente y algo más.
Fernando Sandoval Salinas
Madera es una tierra que conquista almas y cuerpos porque se enclava entre sierras como un rincón privilegiado de la naturaleza que aprisiona con su magnificencia.
Sus cordilleras, picos y crestas se alzan como eternos vigilantes de su riqueza natural, maltratada, pero aun existente. Las sierras con sus cumbres enmarcan preciosos faldeos y valles que en verano se cubren de verdes tapices y una exuberante vegetación en donde predomina el amarillo de sus miles de flores, acompañadas de árboles como los pinos, los encinos los Juníperos viviendo en comunión y entrelazándose en una danza eterna con el viento. Y qué decir de las cactáceas como el nopal, la biznaga, el sahuaro y el sotol, fuente de un líquido perlino embriagador y apoyo económico de la región.
Madera como todo municipio tiene problemas: desigualdades económicas y sociales; presencia, al igual que en otros lugares del crimen organizado y la amenaza en contra de la flora y fauna derivado de los cambios climáticos, pero también de la explotación de los recursos naturales frecuentemente bajo la idea de ganancia inmediata. Todo esto sociedad y autoridades lo saben y lo combaten diariamente con vigor e ingenio.
Estos males como se dice “suceden aquí y en China” y en contraparte esta bendita tierra abre una enorme ventana de aire fresco cuando se goza en épocas de lluvia con cascadas cristalinas cayendo desde alturas vertiginosas, creando sinfonías acuosas que invaden el espíritu y alimentan la esperanza. En invierno es común que la tierra y bosques se cubran con un níveo manto blanco acompañado de un sabroso frío que templa el cuerpo. Cuenta también con su gente: noble, humilde, arraigada a la tierra que les ha dado vida. Personas con manos encallecidas por el trabajo en la tierra y por el cuidado de sus rebaños. Personas que luchan día a día por preservar sus fiestas, sus tradiciones, sus santorales ancestrales.
Al recorrer El Largo, Nicolás Bravo, Las Varas, Mesa del Huracán, La Norteña, Nuevo Madera, Mesa de la Simona, Arroyo Amplio (Mineral de Dolores), Las pompas entre otras poblaciones, se encuentran adultos y ancianos, guardianas de la historia, portadores de sabiduría transmitida de generación en generación. En muchas miradas se vislumbra el sufrimiento, pero también en muchas otras se percibe la pasión por el futuro, la determinación de construir un destino mejor.
El municipio tiene su centro en su cabecera, ciudad Madera, población que nació en 1906 como aserradero y estación en el punto llamado Ciénega de San Pedro. Actualmente es una pujante comunidad con todos los servicios para la atención a los visitantes y una oferta diversificada de puntos turísticos, gastronomía, artesanías, productos locales y sobre todo la atención esmerada de su gente y solo se encuentra a tres horas de la ciudad de Chihuahua a través de un recorrido que permite gozar de importantes puntos como: ciudad Cuauhtémoc, Pedernales, Guerrero, La Junta, Santo Tomás, Temosachi y otros puntos de la serranía chihuahuense.
Solo basta entrar a tierras maderenses para percatarse de lo mucho que se puede gozar de: “balnearios, espectáculos naturales, sitios arqueológicos, y actividades ecoturísticas, tres presas para la pesca de trucha, donde las familias pueden pasar más tiempo que un fin de semana, pues la región posee paisajes naturales que no se dejan ver en otras regiones y el contacto con la fauna, es muy cercano, pues pueden apreciarse venados, cóconos, coyotes, cotorra serrana, zorros, ardillas y hasta osos”.
Muchos otros atractivos se encuentran en Madera, destacando el sitio arqueológico de las Cuarenta Casas, perteneciente a las culturas del norte de México, de gran parecido a las ruinas de los indios pueblo norteamericano particularmente con la cultura anasazi. Así mismo, la presidencia municipal junto con otras iniciativas ha dado lugar a reconocer el asalto al cuartel militar del 23 de septiembre de 1965 a través de una inversión importante para crear un monumento digno a los guerrilleros caídos ese día, instalaciones que vale la pena visitar tanto en diversos puntos de la ciudad como en el panteón municipal.
En tanto, los maderenses ven los desafíos como oportunidades para crecer y seguir adelante en sus proyectos. Lo hacen en medio de dificultades, pero luchan por forjar un camino de progreso con base en sus sueños, en su identidad y en su amor a la tierra que les vio nacer. Lo hacen con los pies en la tierra sin dejar de considerar que forman parte de una sinfonía de paisajes y personas que deben procurar vivir en armonía.
Entonces ¿Por qué dejar de ir a este maravilloso municipio? Quien podría arrepentirse de visitar “un pedacito de cielo”- expresión que algunos lugareños dan a su tierra-. Esto por amor del bueno, pero también porque Madera es un lugar en el que se entrelazan los hilos del pasado, presente y futuro, formando una historia eterna que merece ser contada y admirada.
O tal vez porque la vida nos desafía a ir más allá de lo obvio y explorar la profundidad de nuestras experiencias.