La Concordia

Por Fernando Sandoval Salinas
La Concordia es uno de los barrios tradicionales de Chihuahua y el último en el que todavía se celebran fiestas locales los días patrios y revolucionarios.

Se distinguió como una pujante fábrica de hilados y tejidos desde 1890 y paró su actividad durante la Revolución para convertirse en centro agrícola. A La Concordia, le acompaña siempre otra comunidad hermana: Robinson, poblado surgido como hacienda de beneficio en 1882.


Estas dos poblaciones se distinguen por su gente pujante y proactiva, pero también por diversas agresiones y ausencia de atención a sus problemas comunales. Veamos: a la zona durante muchos años se le conoció como “Buenos Aires” porque las aguas negras de la ciudad se arrojaban y arrojan por su territorio.

La falta de un sistema adecuado de alcantarillado o tratamiento de aguas residuales de la capital encontró una solución fácil a sus desechos y los lanzó a los habitantes de La Concordia y Robinson.

Por décadas las aguas negras con desechos humanos y materia orgánica en descomposición, contaminaron y contaminan la cotidianeidad de las viviendas concordenses con funestos resultados como: olores desagradables y ofensa visual, además problemas de salud como disentería, diarrea y hepatitis, entre otros males. Por si fuera poco, la situación insalubre coadyuvó a generar ciclos de pobreza y marginación.


Otro ataque a La Concordia Y Robinson fue cuando algunas constructoras encontraron espacio propicio para desarrollar sus unidades habitacionales. De inicio destruyeron las fincas y edificios de lo que fue la Fábrica de Hilados y Tejidos La Concordia.

Hasta donde se sabe nadie se preocupó por defender un patrimonio histórico inmueble y las empresas crearon un fraccionamiento con cerco, aislado de la población original, quizás para protegerlos de los “bonaerenses”.


Posteriormente las dos poblaciones y en especial La Concordia fue abandonada por las autoridades, recordándolas solo en tiempos electorales cuando en las bardas se inscribía “El sur también es Chihuahua”. La población adulta recuerda que sufrieron desamparo de Correos porque por años no iban los carteros a sus casas y solo contaban con el apartado 12 y 228 en el centro de la ciudad.

Los camiones, cuando bien iba pasaban dos cada tres horas y sostienen que hasta la fecha el acceso al agua potable es una calamidad.


Otro problema es de la regularización de la tenencia de la tierra que se confirma con la expresión “tenemos casa, pero no sabemos si el terreno es nuestro” dicho por habitantes de la comunidad. Luego, sin dejar a un lado las dificultades descritas, una molestia se distingue: el problema de vialidad.

Resulta que La Concordia desde hace tiempo la divide el periférico Lombardo Toledano con diversas fallas estructurales: un camellón con torres conductoras de energía eléctrica en riesgo de desplomarse; banquetas de 40 centímetros, pavimento fronterizo que aísla a las colonias de la zona y otros.


Pero lo que realmente preocupa e indigna a los habitantes de estas colonias es el enorme flujo vehicular que transita por el Lombardo Toledano, especialmente cientos de camiones pesados, tráileres, dompes, vehículos de pasaje colectivo y particulares que día a día suman miles con el consecuente peligro vial y la contaminación derivada de las emisiones de gas y humo de los vehículos. Además, los tráileres estilan estacionarse en las calles sin pavimento perpendiculares al periférico VLT, con efectos de polvo continuo, ruido constante y ocupación de espacio vecinal, cuya presencia vial es mínima.


La verdad, La Concordia es un barrio con urgencia de atención. Su gente merece respeto y admiración por su resiliencia social; por ser guardiana de tradiciones que cada día desaparecen como las fiestas tradicionales que no hace mucho tiempo también se celebraban en Nombre de Dios y ahora solo en La Concordia con su desfile, sus festejos de jaripeo, juegos de “gallo enterrado”, “marrano encebado”, “palo encebado” y su baile conmemorativo.


¡Adelante concordenses, porque La Concordia también es Chihuahua!