Natalia Lafourcade, la cantante latina con más Grammys en la historia
New York. (BBC).- Sentada en medio de una enorme mesa que separa el espacio, la artista latina con más Grammys en la historia (4 anglosajones y 18 latinos), Natalia Lafourcade, tiene el semblante cansado y mantiene la mirada clavada en su celular mientras preparamos el equipo de grabación para la entrevista.
Dice que esa tarde templada de viernes su cuerpo funciona con tan solo un 5% de energía.
Unas horas antes, la escena era totalmente distinta. En una especie de trance, Natalia bailaba, saltaba, reía y se paseaba de lado a lado sobre el escenario del mítico Carnegie Hall, por el que han pasado artistas tan diversos como The Beatles, Maria Callas o Ricky Martín.
Con un traje rojo hasta los tobillos, en un marcado contraste con el uniforme negro formal de los músicos de la Filarmónica de Los Ángeles dirigida por el maestro venezolano Gustavo Dudamel, la mexicana ofreció un concierto ante una sala llena a capacidad.
“Hoy se están construyendo puentes”, dijo la noche del jueves 10 de octubre desde el escenario.
“Nos vamos a ir en un viaje, pero nos vamos a agarrar”, prometió.
Y así fue.
Con algunos de sus temas más célebres, como “Hasta la raíz” y “Mi Tierra Veracruzana”, así como sus versiones de clásicos como “Tonada de Luna Llena”, del venezolano Simón Díaz, Natalia alejó a la audiencia de los sonidos de la Gran Manzana y los paseó por los ritmos de América Latina.
El concierto, como ella lo describió en nuestra entrevista, fue una experiencia lúdica, en la que mostró -una vez más- su inventiva, no solo por las canciones que ya conocemos, en las que mezcla el pop, el folk y hasta el son jarocho de Veracruz, donde creció, sino porque se dio la oportunidad de improvisar.
Lo hizo junto al multipremiado compositor y cantante estadounidense Jon Batiste, con quien reinterpretó “Blackbird” y “Cucurrucucú Paloma”.
Pese a la resaca que puede provocar una noche como esa, Natalia, quien a sus 40 años dice que ha cumplido casi todos sus sueños, se sentó con nosotros y nos contó hacia dónde mira en la actualidad.
Nos dio también detalles sobre la versión acústica de “De todas las flores”, su álbum de 2022 que relanza en noviembre, su opinión sobre Claudia Sheinbaum y sobre las actuales producciones musicales latinoamericanas.
¿Cómo se siente el cuerpo cuando uno se presenta en un escenario como el del Carnegie Hall?
Es una revolución en el corazón. El sistema se pone muy alerta. Le decía a Gustavo [Dudamel] que uno se pone como un animal. Con los sentidos muy alerta, tus antenas se ponen al servicio de la música, enfocas toda tu energía en lo que allí va a ocurrir.
El cuerpo siente de todo. Nervios, emoción, alegría, gratitud y conexión. Todos los elementos están juntos.
Durante el concierto dijiste varias veces que allí se estaban “construyendo puentes”. ¿Qué quisiste decir?
La música es una gran generadora de puentes. Cuando ocurre la música, se desmontan las máscaras, el cuerpo se relaja, la gente abre el corazón, hay sinergia y todos nos unimos.
Siento que el mundo vive tiempos muy difíciles. La música otorga empatía en medio de esas situaciones.
Y en un concierto, hay un punto donde se rompe la barrera entre el público, el artista y los músicos. Todo comienza con una distancia que eventualmente se deshace y luego todos somos parte del espectáculo.
Ahora que dices que el mundo vive momentos difíciles, recientemente fuiste nombrada Embajadora de la Música por la Paz por la Cumbre Mundial de Premios Nobel de la Paz. ¿Qué piensas de la Guerra entre Israel en Gaza, la incursión rusa en Ucrania y cómo la música nos puede ayudar en tiempos de guerra?
En algún punto de mi camino me di cuenta del poder que tiene la música sobre las personas y sobre mí. A veces pienso: ¿quién soy para pararme en un escenario? ¿qué voy a decir? ¿de qué voy a hablar? Y, ¿qué voy a entregarle a la gente con mi música?
Pues la música para mí, además de una pasión, es un servicio para dar alegría a las personas.
Recibir este nombramiento de Embajadora de la Música por la Paz me da mucho gusto, porque es algo que yo he venido procurando hacer. No hay una diferencia en cómo continúo haciendo mi música.
¿Qué piensas de la música latinoamericana que se está gestando hoy? Vemos, por ejemplo, cómo los corridos mexicanos se han internacionalizado de la mano del género urbano. También cómo ritmos como la cumbia han encontrado nueva vida junto al reguetón, que se ha mezclado con música autóctona.
En América Latina tenemos muchos ritmos que son hermanos y si los analizas y los vas deshilando, entre ellos tienen puntos donde convergen. Me encanta que la música nos muestre que es un lenguaje universal.
Mi padre decía: “Existe la música buena o la música mala. Te gusta o no te gusta. Te mueve, te conecta o eres indiferente a lo que estás escuchando”. Pero cada persona, eso es otra cosa que me encanta, se amolda a la diversidad de la música, en la que cabe todo.
Las nuevas generaciones tienen un enorme orgullo por sus raíces, su cultura.
Como me pasó a mí. En algún punto estuve confundida como compositora. Pensaba que para tener éxito quizás debía cantar en inglés, cruzar el puente e irme al mundo a tocar. Lo intenté, no estuvo mal, creo que como artista uno tiene que explorar.
Pero luego de vivir en Canadá, la intuición me decía que regresara a México. Lo intenté primero en mi tierra. Jamás me hubiese imaginado que terminaría cantando con Alondra de la Parra frente al Ángel de la Independencia en la celebración del bicentenario del a independencia de mi país.
Las canciones tradicionales mexicanas fueron un parte aguas en mi manera de acercarme a la música. La semilla de mi carrera fue realmente encontrarme primero con mi cultura y con mi gente.
México, y todo lo que allí ocurre, es una de tus mayores fuentes de inspiración. ¿Qué opinas de que tengan por primera vez en la historia una mujer presidenta?
Me siento muy orgullosa de que tengamos una presidenta tan preparada. Pero a la vez pido mucho porque podamos hacer el trabajo de reparar el país colectivamente. Las cosas no pueden estar tan polarizadas en este momento de nuestra historia, en este tiempo que vivimos como mundo, como humanidad. Como dije al principio, tenemos que reparar los puentes.
México tiene miles de recursos, mucha riqueza y está ávido por crecer y que podamos reparar esas heridas y esas gritas que existen en nuestro país y las deudas con nuestras mujeres, también acabar con la violencia y la desigualdad.
Pero los líderes tienen que hacer el trabajo en equipo. Nuestros políticos tienen que cambiar la mirada e ir en una sola dirección.
En noviembre estrenas una nueva versión de tu disco “De todas las flores” (2022), que grabaste en vivo, precisamente aquí en el Carnegie Hall. Es una producción, según has dicho en otras entrevistas, que se inspiró en mucho dolor. ¿Puedes hablarle de eso a nuestra audiencia?
Hice muchos silencios durante la producción de este disco, me permití vivir y sentir, llorar. Encontré la importancia del llanto como una limpia, como una forma de comenzar nuevamente. Así como la naturaleza que tiene sus propios ciclos para recuperarse. Lo vemos cuando los fenómenos naturales impactan la Tierra, el mundo encuentra la forma de regenerarse. Este disco está inspirado en la naturaleza. Tiene elementos de las montañas mezclados con mis emociones.
Cuando lo hice no pude controlar casi nada. Me di cuenta que la música me marca el camino, entendí que esa es mi relación con ella.